Para cerrar este año histórico, hoy los invito a reconocer sus logros, conscientes de las posibles cargas laborales, extensas jornadas y olvido del autocuidado. Es probable que nos topemos con sorpresas, al darnos cuenta de todo lo que logramos alrededor nuestro. Regalémonos estos minutos de autorreflexión y estrechemos este 2020 con otros brazos, pues definitivamente saldremos más fuertes y valorando la salud como parte esencial de la vida.
¿Cuáles de estos logros compartes conmigo?
Adapté mi trabajo a distancia, volviendo mi casa una oficina cómoda y amigable para todos lo que estamos aquí (hubo días en los que nos rotamos espacios, pero no nos detuvimos). Me convertí en empresaria, mamá, hija y profesora de 24 horas, aportando además a las labores de casa. Reinventé todo mi trabajo. Fue como volver a empezar; pero salieron muchas cosas padrísimas que llevaba tiempo posponiendo. Me atreví a decir no y fui selectiva con las responsabilidades que tomaba. Rompí con mi estructura mental. Este proceso de adaptación me tomó tiempo y fue lo que más me costó; sin embargo, logré encontrar un balance para poder pasarla bien. Reconocí mis días buenos y los no tan buenos, sin tener que hacer algo al respecto. Retomé la cocina y la pintura, hobbies que tenía en el olvido. Valoré lo afortunada que soy, pues cuento con casa, comida, empleo y una familia que me acompaña.
No bajes la guardia. Sigue creciendo, sigue cuidándote; pero sobre todo no dejes de reconocerte. Abraza tus logros, agradeciendo lo que sí hay; aceptando tus emociones; hablándote bonito; sonriendo más; poniendo límites, cuidándote físicamente y tratándote con paciencia.
Te invito a que no dejes de dar pequeños pasos, haciendo lo mejor que puedas, a pesar de que el mundo parezca estar de cabeza.