El placer le enseña a nuestro cerebro que una conducta vale la pena ser recordada y repetida. Y, por el contrario, cuando no es satisfactoria una experiencia, no tenemos razones para repetirla.

Por Lourdes Toussaint

Esta es la 4ª ley para crear un hábito, ya hablamos sobre hacerlo obvio, hacerlo atractivo, hacerlo sencillo y ahora hacerlo satisfactorio.

Cuando una experiencia es satisfactoria, será más factible que la repitamos o que busquemos realizarla de nuevo más adelante, esto sucede por que nos produce placer, ese sentimiento de placer es una señal que le llega a nuestro cerebro diciendo “Esto se siente bien, hazlo de nuevo”.

El placer le enseña a nuestro cerebro que una conducta vale la pena ser recordada y repetida. Y, por el contrario, cuando no es satisfactoria una experiencia, no tenemos razones para repetirla.

Aunque un tema importante es que no buscamos cualquier tipo de satisfacción, buscamos satisfacción inmediata. Nuestros malos hábitos el resultado inmediato se siente bien, pero al final se siente mal.

Con los buenos hábitos, sucede lo contrario: el resultado inmediato no se disfruta, pero el resultado último se siente muy bien. Un ejemplo de esto el cigarro, todos sabemos que el cigarro nos puede enfermar, pero no es algo inmediato, en cambio el resultado inmediato de disminuir el estrés se siente bien, así que se piensa más en el momento de disminuir estrés al de enfermarme en 10 años.

Y el ejemplo de hacer ejercicio con el objetivo de ganar fuerza, las primeras veces haciendo ejercicio no te sentirás más fuerte y si te costará mucho trabajo y voluntad, pero el resultado a futuro te hará sentir fuerte y con más energía.

¿Cómo podemos canalizar a tus colaboradores a que generen buenos hábitos? Buscando pequeñas recompensas que nos den satisfacción inmediata y también a futuro. Y que la recompensa inmediata también esté alineada al objetivo que se busca.

El cambio es sencillo cuando es disfrutable y un hábito necesita ser disfrutable para que dure.